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la bitácora del marqués

COMENTARIO REAL (acerca de Brown de Adrogué 0 vs Atlanta 1, disputado el 07/02/09)

Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega

 

 

CINCO MENTARIOS

 

                El fin justifica los medios Nicolás Maquiavelo

 

Finalmente llegamos, mi fiel escudero, a estos pagos de laberínticas calles y diagonales que no conducen a ninguna parte y en uno de cuyos ocultos recovecos se levanta el estadio mínimo de los Tricolores de Adrogué, para ocupar nuevamente mi puesto de observación en la precaria atalaya sin parapeto que se levanta a un costado de la cancha y a la que se accede por un escalera que tiene la solidez de un banco islandés y se mueve como un flan Ravanna (el más rico flan).

Y atingido por las flechas implacables del astro Rey que pone el cerebro como una molleja sobre las brasas crujientes y te deja la cara como un tomate para rellenar con atún, asistimos a la segunda victoria consecutiva en condición de huéspedes y en un reducto del que pocas veces hemos salidos con una sonrisa en los labios.

Tres puntos dorados que aún permite mantener la ilusión de acercarnos a quienes marchan en la vanguardia, en una fecha donde casi todos los contendientes sumaron de a un miserable punto.

El morocho Agüero, llegó al sur profundo del Gran Buenos Aires convencido de su una apuesta clara y poca vistosa, pero que esta vez les rindió los frutos deseados y tal vez más de lo esperado.

No tiene sentido, a estas alturas, volver a poner en uno de los platillos de la báscula las pesas que determinan los merecimientos. Ya deberíamos estar acostumbrados pues, a que en la filosofía de nuestro alineador  que la justicia no constituye es un valor prioritario. Sí, en cambio,  el pragmatismo más crudo que lo lleva a defender por sobre toda las cosas, a no arriesgar nunca y a esperar que, si la suerte o los errores del rival lo permiten, convertir y refugiarse en la caverna esperando a que el tiempo se convierta en desesperación para el enemigo.

Terminar defendiendo con línea de cinco, ante un rival sin figuras desequilibrantes ni un juego asociado que justifique tamaña precaución, es por sí mismo todo una definición de la visión táctica y estratégica del ex Defensa y Justicia.

Si a la distribución de las fuerzas disponibles, le sumamos las escasas dimensiones del terreno de juego, todo esto termina conjugándose a favor de las amarretas aspiraciones con que El Bohemio llegó al hogar de los brownies.

Atlanta saltó al field con Don Rodrigo en el arco. Y repitió el cuarteto defensivo del domingo anterior con Martillo Ortíz, el petizo Arancibia, Jesús Nievas y el rústico Kondriatuk.

En el medio campo, privado de la presencia de Ferreiro, decidió dejar al Mágico en el banco y colocar a Marecos y Alderete de insides y a Natalichio y Romeo como sendos centrojases.

Arriba lo mandó a  Matos a aguantar y a Bianchi a la expectativa de que le llegue la pelota y de poder crear alguna cosa.

A pesar del sol radiante, en los primeros 25 minutos el área de los porteños se cubrió de negros nubarrones que auguraban una tarde tormentosa.

Suerte que estaba Don Rodrigo en otra jornada inspiradísima y construyó una labor casi sin fallas que terminó consagrándolo como una de los héroes de la contienda. Porque en ese lapso tapó tres posibilidades de gol clara (Sacó un tiro con la mano cambiada al ángulo que debe entrar en la antología de las grandes atajadas del mundo), amén de las que se devoraban los atacadores adronguenses.

Lo cierto que la cancha parecía inclinada hacia el hemisferio del campo que en el sorteo del tocó defender a la visita.

Y eso se debía a la ternura y candidez de los celineros Alderete y Pinocho Marecos por sus regiones, a que Natalachio la veia pasar y no la podía agarrar y sólo Ricky Romeo aportaba algo de quite en los arrabales del círculo central.

En el bajo fondo, por su parte, los zagueros empezaron perdidos como el arca de Indiana Jones, para irse afirmando conducidos por el despliegue, la eficacia y la siempre correcta ubicuidad del salteño Arancibia, a la postre el gran paladín del triunfo villacrespense.

Pasado el sofocón inicial, los tricoloreados fueron perdiendo enjundia y los de azul amarillo fueron consiguiendo que la batalla se disputara unos metros más adelante. De esta manera la región delimitada por las dos medialunas quedó tan superpoblada como la terminal de Retiro en un recambio de quincena veraniega.

Cerca de los cuarenta minutos, ni Matos ni Bianchi conocían, todavía,  personalmente al arquero rival, dado que las únicas llegadas de los atlantes habían sido dos disparos desde la estación Burzaco (el segundo un tiro libre de Marecos con mucha rosca que Bangert resolvió bien).

En eso el Virrey Santiago de Liniers captura una pelota extraviada en el equador del terruño, encara y tras la pausa justa, lo pone a Alderete en posición anotadora. El doncel la para como el traste pero los defensores sureños se hacen un nudo y termina facturando de media vuelta. Gol y Agüero que se refriega las manos y empieza a planificar el segundo tiempo.

Sin más para contar de este primer período, los jugadores se van a los vestidores a por el líquido elemento y yo a buscar un poco de sombra para ventilar la armadura que estaba más caliente que soldado de franco.

Para el segundo segmento el entrenador deja al goleador en la soledad de los camarines (posiblemente lesionado) e introduce a Dow Jones en similar función.

No hacía falta consultar a brujas ni oráculos para darse cuenta que si la consigna era evitar un gol desde el principio, ahora ganando, la postura conservadora que caracterizaba  al Bohemio se iba a acentuar sobremanera.    

Los conducidos por Kopriva volvieron a mostrar su actitud más punzante en los minutos iniciales y nuevamente Llinás y Arancibia se encargaron de abortar sus timoratas incursiones  y con eso lograron que estos arrebatos volvieran a esfumarse mientras el sol caía en el poniente y la impotencia se apoderaba de los ágiles del bando contrario.

A Atlanta se le fueron abriendo los espacios y pudo generar algunos contragolpes. Pero a Marecos  le falta algunas materias para recibirse de conductor, Natalichio no da un pase bien y Bianchi no aportaba la claridad para capitalizar estas flaquezas del rival.

Matos, a su vez, intentaba hacer prevalecer su robusta envergadura física, pero el balón inevitablemetne le rebotaba largo y era casi siempre recuperado por algún player browniano

Cerca de la mitad de la etapa, Agüero decidió dejar de lado todo prejuicio, despojarse de cualquier pudor y no tuvo miedo al que dirán ni a las habladurías de los chismosos. Desempolvó su prosapia zubeldiana y al viejo estilo del Estudiantes no disimuló su deseo de cerrar el partido con métodos poco ortodoxos.

Lo sacó a Pinocho Marecos, y metió en cancha al olvidado Cherro. Armó un obscena línea de cinco y ¡Andá que te cure Lola.!

Sin embargo con eso logró su objetivo y le clausuró al enemigo todos los caminos que conducían a Don Rodrigo y esa muralla humana se le hizo inexpugnable al limitado team local Los tricoloreados se repitieron en centros y pelotazos, remedando la historia que Atlanta vive en Vicente López cada fecha y que lo llevaron a cosechar cinco empates consecutivos, Sin ideas ni imaginación se reiteraron una y otra vez,  para el lucimiento de Arancibia rechazando todo y parando a todos, acompañado ahora por la buena faena de Cherro.

Y si hubo una clara, la tuvo precisamente el ex Ferro, otrora goleador y frustrado arquero, cuando paró una pelota solo frente a Bangert, y mientras se festejaba  un seguro gol que hasta Diduch lo hubiera hecho, le pegó con la esponja vegetal y la mandó afuera. De haber terminado empatado el partido, hoy estaría sacando el pasaporte para exiliarse en la República de Ruanda.

Siguió aguantando Atlanta, sin lirismo ni idealismo ninguno, hasta que Gutiérrez sopló su pitito y dio por finiquitado el pleito.

Halago valiosísimo, aunque un tanto vergonzante.

Pero mi fiel escudero, en estas épocas poco propicias para caballeros andantes, lo único que sirve solamente es el éxito.

Y  sea como sea Atlanta ganó, algo que siempre es reconforta y sienta bien

 

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