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la bitácora del marqués

COMENTARIO REAL (acerca de Temperley 0 vs Atlanta 1, disputado el 08/04/08)

PASTILLA DE CARBÓN 

 

Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega

 

 

 ¡Tierras feraces para las cosechas bohemieras, mi fiel escudero,  las  ubicadas la  vera del viaducto de la calle Pasco!

   No conserva mi frágil memoria, haberme vuelto  desde esta región del austro bonaerense masticando el amargo sabor de una derrota en las últimas tres décadas.

 Es más, creo que hemos construido en este lapso, una paternidad que poco a poco va vengando la infausta afrenta sufrida en aquel lejano, pero siempre lacerante en el recuerdo,  diciembre de 1982.

  En esta ocasión arribamos a Turdera, timoratos y con el ala caída tras una seguidilla de tres derrotas- cuasi catastróficas- que nos distanciaron por demás de nuestro archi rival Montecastrense, amigo bastardo, precisamente, del contrincante en la noche de este martes.

  Los atlantes llegaban diezmados y la alineación de su escuadra era un misterio rocambolesco que solo San Salvador podía dilucidar.

   Sin apartarse de su esquema (que en su variante 2008 presenta a Fuente en un rol voluble entre carrilero y marcador de punta) los once que saltaron al field del Beranger a defender los gloriosos colores de la añeja institución de Villa Crespo fueron:   Don Rodrigo como custodio de la meta (de ellos). Los cuatro del bajo fondo, el mentado Fuente, el doncel debutante Celín, el estereofónico Bogni y el larguirucho Verino. Por el equador el incomprendido Yanzi, de centrojás el León De Muner y Luquitas.  De enganchador el Moncho Fernández y para la estocada final Ojeda y Castillito.

   Empezaron los capitalinos como para comerse los chicos crudos (sobre todo si visten de celeste).

   A poco de iniciada las acciones, el Boli se devora un goal increíble en las barbas mismas del sorprendido Crivelli.

  Pero a los cinco, en un golpe franco a las puertas de las murallas gasoleras, la puntería de Robin Hood y Gómez Voglino se concentran en el calzado diestro del Moncho que la pone tan inalcanzable como la estrella polar, al vuelo fatuo del goalckaeper  local.

  La hegemonía de los huéspedes se extendió por unos pocos minutos más, y allí comenzaron a terciar los volantes temperleyenses y fue cuando creció la  figura de  de Muner en el circo central y del vocinglero Bogni en solidaridad con Fuente, para evitarle a Celín los papelones que todos supimos cometer cuando debutamos.

  Mientras tanto Lucas y Ojeda la peleaban como podían arriba, en tanto Castillo se iba convirtiendo paulatinamente en algo parecido a un espectro.

   Los celestones se adueñaron del útil, pero hay que señalar que, en posesión del mismo tienen menos ideas que D’Elia y Castells juntos.

    Así y todo se las ingeniaron en llevar algún peligro a los arrabales defendidos por el santafesino Llinás, que cuando fue requerido respondió con la seguridad y eficacia que lo supieron ubicar, aceleradamente, en un rincón privilegiado del corazón del atlanterío.

    Sobretodo al desviar al córner en forma sobresaliente un tiro libre del volante Pajarón.

    En el segmento epilogar no se registraron mayores modificaciones tácticas para las maniobras de ambos conjuntos.

    Atlanta fue una ráfaga de mejor juego al inicio y para luego retrasarse, aguantar, relajarse y gozar.

   La cosa no parecía demasiado complicada, porque el dominio de los aliados de El Globo y All Boys tenía menos profundidad que el río Calabalumba cuando pasa por Capilla  del Monte.

   Pero el paparulo de Verino metió la manito y a las duchas antes de hora;  y nuevamente    todo se complica,  aparecen recientes fantasmas y hasta un empate aparece como un buen resultado en el  resignado imaginario bohemiense.    

   Los sureros van y van y dos pelotas dan en el madero horizontal. Y sí no, está Bogni para despejar y sí no, Don Rodrigo para atajar.

   Ya a estas alturas el cansino Bilbao  había ingresado por el Moncho Fernández, lo que significaba que San Salvador había sacrificado toda creatividad en el altar mayor de la resistencia.

   Sobre el final.-para que no queden dudas de sus intenciones- el alineador de  Atlanta reemplaza al atacador Ojeda  (de buena faena)  por el araucano Scatolaro.

   El bohemio era solo aguante y, para darle un tono de  mayor heroicidad al triunfo, Bilbao también mete la manito, se va al vestidor  y quedan  once contra nueve.

   Pero no hay nada que hacer: parece que es más fácil que Hermenegildo Sabat sea mafioso a que Temperley te haga un gol.  

   Así se llega a una conquista muy festejada, sin nada para regalar en materia futbolística, pero que vale muchísimo, tras tantos padecimientos.

   Más que nada sí este lauro sirve como una pastilla de carbón, para poner fin a la larga diarrea estival que nos estuvo aquejando durante todos estos meses.

 

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