COMENTARIO REAL (acerca de Sarmiento 1 vs Atlanta 1, disputado el 24/11/08)
SABOR A NADA
Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega
¡Pensar, mi fiel escudero, que abandoné mis colonias en el África Ecuatorial agobiado por canículas tropicales, bochornos selváticos y plagas interminables de moscas tsé tsé!
Y me llegué a estas benditas pampas húmedas en busca de las caricias de sus brisas marítimas, el verdor de sus bosques y el frescor de sus praderas interminables.
Pero este martes casi desfallezco en el largo trayecto de más de cincuenta leguas por estepas calcinantes, bajo el impiadoso castigo de fulgurantes rayos ultravioletas que ponían al rojo vivo el bruñido metal de mi armadura.
Y arribé exhausto a los andurriales de la laguna de Gómez, tras haberla avistado en vano en varias oportunidades producto de enfermizos espejismos.
Desfalleciente entonces por la heroica marcha, logré llegar al estadio Eva Perón, escenario de tantas jornadas pobladas de tristezas y frustraciones. Y cargado de tantos malos recuerdos.
Me encontré con los habitantes del antiguo fortín Federación, alegras y descansados después de reparadoras siestas y vivificantes duchas, degustando algún encurtido envuelto en pan y con la seguridad de la victoria revoloteando en sus ojos y la certeza de llegar a la cúspide de la tabla al cabo de la contienda.
Tras reponernos con un generoso trago de agua de algún aljibe piadoso, nos aprestamos a ver con que nos sorprendía el Morocho del Abasto a la hora de configurar la alineación del equipo de los colores del trigo y del ultramar.
Tres cambios se le antojaron al discutido entrenador. Algunos naturales como el recuperado Arancibia por el bisoño De Paulo. Otros obligados como el de Natalichio por el sancionado Jones. Y otros por razones tácticas como el de Ferreiro por Pinocho Marecos.
Repitió la línea de cuatro zagueros, en tanto que lo adelantó a Cisterna como enganche.
En definitiva la formación bohemia fue la siguiente: Un Gómez menos eléctrico en el arco.
De Filippis, Arancibia, Nieves y Caccialanza. Natalichio, Romeo y Ferreiro. Cisterna. Matos y el virrey Bianchi.
Las dos primeras jugadas del partido fueron dos llegadas sucesivas de los kiwis a la pera misma del guardapalos villacrespense.
Con este arrebato inicial, no podíamos menos que imaginar un regreso a la Reina del Plata desandando el camino por la ruta 7, con la canasta pletórica de pepinos.
Pero los atlantes no se amilanaron y respondieron con osadía las estocadas de los atrevidos juninianos y un testazo del calvo Jesús Nievas obligó al vuelo elástico del cancerbero anfitrión.
Cuando el juego aún no había marcado hegemonías notorias, un centro inofensivo llueve sobre el área de Migliardi, este se mimetiza en Negro Luqui y su pecado mortal es capitalizado por el Virrey Santiago que entre el parietal y el occipital derechos manda la redonda al mullido lecho que tienden las redes en el fondo de los arcos.
El argumento de la película que sigue es más o menos conocido. Los bohemios que intentan manejar las acciones prevaleciendo con juego corto en campo adversario e intentando llegar por los costados con las arriesgadas expediciones de sus laterales De Filippi y Caccialanza.
Con esta fórmula intentan que el grandote Matos haga valer su envergadura física y Bianchi su movilidad.
Pero esas buenas intenciones, en la mayoría de los casos, terminan empedrando el camino a los infiernos.
Ya que Cisterna casi nunca logra ser el comandante de tropas batalladoras y organizadas, y Ferreiro sucumbe ante su singular entusiasmo y su encomiables ímpetu no termina en transformarse en claridad y eficacia.
Agreguemos a este párrafo que Diego Cisterna casi pasa a la historia de los grandes del fóbal nacional, cuando una apilada maradoniana se fue muy cerca del madero rival en lo que hubiese sido un golazo monumental..
Era algo más el equipo porteño, pero una falta dudosa del árbitro es sancionada en perjuicio del rudo Nievas. Con la precisión de una satélite espacial, Saborido empata el score con un mortífero disparo efectuado desde las proximidades de la ciudad de Chacabuco.
Si bien es cierto que los sarmientinos en ningún momento hicieron ostentación de su chapa de candidatos, ni arrollaron a sus huéspedes haciéndole sentir su condición de local, el resto de la lid se desarrolló en un clima de equidad, que terminó justificando la magra colecta de un punto, que poco aporta a las respectivas arcas de ambas instituciones.
El segundo de los períodos mostró un Atlanta con mayor posesión de la regalona esférica, pero siempre por la periferia, sin herir en la caliente zona de las definiciones.
Fueron sus mejores momentos en los que Lucas tomó las banderas de los de la ribera norte del Maldonado, con la ya descrita enjundia y la mencionada cuota de confusión que contienen sus embates.
Pero Atlanta se hallaba bastante descompensado y se sucedían las imprecisiones y errores en el fondo. Una vez más, el Petizo Arancibia se multiplicaba para salvar los yerros de sus compañeros y, alguna vez, pagó tributo con alguno de su propia cosecha.
Después que las tinieblas se disiparon y la luz volvió a hacerse, promediando la etapa ulterior, el dominio pasó a manos de los kivis pero sin inquietar en demasía a la valla custodiada por Gómez.
Ya Cherro había reemplazado a un Nievas averiado en sus partes pudendas. El ingresado Guzmán le había otorgado algo más de variantes al mediocampo que Natalichio y para cerrar el match, sobre la media hora, el Morocho del Abasto hizo entrar al caramelo Santos en lugar de Lucas que se fue masticando ira, más enojado que Kichner con Solá.
Cuando todo era patrimonio de un mediocre conformismo, el Virrey Bianchi se mandó una patriada por la izquierda, y en el instante postrero de la batalla estrelló su disparo en el travesero.
No sé sí hubiera sido justo el gol, pero le hubiese dado al equipo de nuestros desvelos una victoria valiosísima y un envión anímico extraordinario en las cercanías de las fiestas navideña y de reveillón.
Si bien un empate en el siempre difícil reducto de Junín no es moco de pavo, volvimos al tranquito sobón de mi matungo viejo, con un sabor a nada en la boca, parecido al desencanto.
Quedan dos partidos de local y sería bueno volver a sumar de a tres para poder esperar el 2009 con el ánimo renovado y el optimismo recompuesto.
En marcha, pues, que el camino es largo y el calor es mucho.
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