COMENTARIO REAL (acerca de Atlanta 1 vs Colegiales 1, disputado el 17/11/08)
ENSALADA RUSA
Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega
A poco estuvimos, mi fiel escudero, de ser testigos de otra noche de violencia e irracionalidad donde códigos de barbarie de unos pocos parecen primar sobre la cordura y la urbanidad de la mayoría silenciosa del público.
Seguramente pasarán siglos y no habremos de encontrarle remedio exacto a este flagelo que proviene de allende las murallas de un estadio de fútbol y encuentra sus causas en las profundas raíces de la postergación, la injusticia y la incultura que asolan a nuestra sociedad toda.
Pero dejemos estos penosos incidentes que no pasaron a mayores y tratemos de desentrañar el misterioso intríngulis táctico y estratégico que nuestro imaginativo entrenador elucubró para el compromiso ante los colegiales de Munro.
Después del waterloo de Mataderos, El Morocho del Abasto habrá considerado pertinente poner en penitencia a alguno de los protagonistas de aquella infausta velada y darle un castigo ejemplificador.
Eligió a Ramírez, a Lucas y a Cherro para tal cometido y los envió al ostracismo de la banca supletoria.
Por su parte el petizo Arancibia volvió a caer en convalecencia y el rubio Natalichio se excedió en el consumo de picantes especias orientales y acusó problemas gástricos que le impidieron estar desde el comienzo.
Diagramó pues una serie de movimientos que convirtieron al equipo en una verdadera ensalada de puestos y nombres propios que tardamos un buen rato en comprender el objetivo y las intenciones de tal revoltijo.
Así y todo la cosa parecía encaminada y sus revolucionarios cambios parecían inclinarlo más hacia el terreno de la luminosa genialidad que hacia el de la diabólica locura.
Pero el técnico conjetura y los jóvenes ágiles que salen a la lid son los factores que terminan definiendo el devenir inexorable de los acontecimientos.
Develemos pues el misterio y no demoremos más en dar a conocer a nuestros sacrificados lectores la insólita alineación de la gloriosa escuadra villacrespense: El eléctrico Gómez como guardapalos. Optó por una línea de cuatro zagueros con De Filipi, el debutante De Paulo, Jesús Nievas y Caccilanaza (Si,si Caccialnaza). También fueron cuatro los volantes ya que Cisterna sacrificó su puesto de enganche para sumarse a una simétrica patrulla por la izquierda, con Pinocho Marecos por derecha, Jones y Romeo en el circo central. Los delanteros volvieron a ser Matos y el virrey Bianchi.
Al principio todo indicaba que Atlanta tenía las acciones dominadas y, sin ejercer una supremacía aplastante, lucía más ordenado y ambicioso que su rival.
La defensa no ofrecía grandes flaquezas, sorprendiendo Caccialanza en sus flamantes menesteres, muy firme Nievas y bastante bien De Paulo (que es más chiquito que Celín, que es más chiquito que Arancibia) De Filipi era lo más flojo en retaguardia.
En la zona de gestación Cisterna y Jones se hacían de la pelota, pero nunca consiguieron transformar esa posesión en conducción certera y desequilibrante.
Romeo, por su parte cumplía cabalmente su labor proletaria de marca y quite y Pinocho nunca le encontró la vuelta a su ubicación en la cancha.
En la vanguardia, Matos se mostró más movedizo y voluntarioso pero siempre haciendo gala de su proverbial torpeza con la pelota. Bianchi era búsqueda, voluntad y empeño, sin encontrar el eco adecuado que tal actitud merece
Un párrafo para el golero Gómez. Sus dos primeras intervenciones auguraban una noche consagratoria, pero los nervios se apoderaron de su cuerpo y terminó siendo un cúmulo de ademanes desmedidos y temblequeantes que transmitían una constante zozobra a sus compañeros y amenazan con hacer adictos a la coramina a los fieles seguidores bohemios.
Era un poco más el Bohemio, pero en la mitad de la etapa Dow Jones baja sus acciones tirándose irresponsablemente en plancha cuando ya estaba amonestado y el celoso Suárez lo manda al triste exilio de los vestidores.
El técnico munrense advierte que sobra uno abajo y hace ingresar al injustamente olvidado Molina. Pero Colegiales no es más.
Y cuando el período perecía sin mayores alternativas, Negro Luque hizo lo que sabe hacer a la perfección: salir a cazar pajaritos. El oportuno Matos aprovechó el error y dio por abierto el marcador.
El segundo tiempo empezó con cierta paridad, pero con el empuje de los tricoloreados y con el cansancio que empezaba hacer estragos en la musculatura local, la cancha empezó a inclinarse para el lado de la Ciudad Autónoma.
Las espaldas de De Filipi eran una galería de compras por donde pasaba quien se lo propusiera, sin demasiado esfuerzo.
De esta manera empezaron a llover a centros como langostas en Egipto y Gómez daba rebotes con la cabeza, las manos y los pies. Los Bohemios atrás eran un tembladeral.
Atlanta empezó a resistir como una fortaleza sitiada. Pero la mediocridad del rival nos impide otorgarle a la misma el carácter de heroica.
Primero Pinocho Marecos le deja su lugar al dolido Natalichio, luego un exhausto Bianchi sede su plaza al reaparecido Eloy Colombano.
Pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, y en el millonésimo centro el debutante De Paulo se inmola para evitar el empate, pero su sacrificio fue en vano. Penal, Hernández y empate.
Quedaron unos minutos para la vergüenza de quiénes condenan la violencia en todas sus manifestaciones y para conformismo de los jugadores que se terminaron dando por satisfecho con el empate alcanzado.
Magra cosecha que se suma a lla de los últimos partidos. Y en el horizonte se yergue la silueta del siempre temible viaje a Junín.
Dad descanso pues, a las cabalgaduras, que un largo camino nos espera.
0 comentarios