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la bitácora del marqués

COMENTARIO REAL (acerca de Chicago 4 vs Atlanta 0, disputado el 11/11/08)

COMENTARIO REAL  (acerca de  Chicago 4 vs Atlanta 0, disputado el 11/11/08)

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

 

Por El Marqués Milton Sarachaga de la Vega

 

 

¡Que milonga nos pegaron, Santísimo Sacramento!

No, mi fiel escudero, no me refiero a esas veladas danzantes de fuerte cuño criollo y arrabalero, donde el tango se refugia en auténticos bastiones de la porteñidad  como el Glorias Argentinas de la calle Rodó, el José Hernández de la calle Tapalqué o en e Nueva Chicago (Nada que ver con nuestro rival de anoche) de la avenida Tellier

Tampoco a las matineés domingueras, en la recova del Mercado de Hacienda con bailes de folclórica tradición, donde el varón se deshilacha en frenéticos zapateos y la dama en delicados arabescos.

Ni a los ensayos de la histórica murga Los Mimosos, en los jardines del Barrio Los Perales cantando el tradicional homenaje a los trabajadores del frigorífico tomado:

 

El barrio de Mataderos

vivió páginas de gloria

enseñándole a la historia

lo que pueden los obreros”.

 

De lo que estoy hablando es del peludo que nos dio el Torito , de las cuatros veces que sus ávidos jinetes vulneraron nuestra indefensa valla y  del bochorno que hemos sufrido vía satélite para la América Latina toda.

Y eso que nada hacía presagiar semejante catástrofe. Por el contrario, el equipo de los dos descensos consecutivos arrastraba una campaña irregular y, por otro lado,  el desempeño de los atlantes lejos de  los lugares que suele frecuentar, era por demás reconfortante.

Además, las noticias llegadas desde los centros sanitarios daban cuenta de la recuperación de Cherro y Arancibia, y entonces los villacresperos podían contar casi con lo mejor que hoy por hoy pueden mostrar sobre un terreno de juego (Que no es para tirar manteca al techo, precisamente).

El cuestionado Ramírez al arco. Los tres del fondo: Cherro, el petizo Arancibia y Jesús Nievas. Volante a estribor Dow Jones, centrojás primero Natalichio, centrojás segundo Romeo y a babor Lucas. Cisterna de enganche y Bianchi y Matos de delanteros. Tal el escuadrón comandado desde las sombras por el Morocho del Abasto.

A poco de moverse el balón se notó la diferencia de planteos: Mientras Atlanta intentaba manejar la pelota por el ecuador del campo, los esmeralda y carbón salían rápido de contra, tras recuperarla y con mayores ambiciones. 

Entonces los de pilcha recién estrenada toqueteaban, triangulaban en la órbita del círculo central, pero invariablemente sus esfuerzos se diluían en las cercanías de los 15 metros chicaguenses.

Cisterna (le faltan varias horas en el Parque Roca para sacar carnet de conductor), Natalichio, Jones y Lucas por momentos se floreaban, pero siempre lejos del lugar donde las papas queman. Bianchi - tal como viene ocurriendo- luchaba en soledad contra todos los fulbacks del torito y Matos se mimetizaba y se asimilaba dócilmente a sus custodios ocasionales

Parecía que Atlanta quería manejar el partido y dejar correr el tiempo. Apostaría parte mi marquesado que de haber aparecido un Mefistópheles con una diabólica lapicera pluma, los de Rubén Agüero hubiese firmado sin vacilar un equitativo reparto de puntos.

Los locales, en tanto, eran más veloces y punzantes, y el Topo Gigena se aprovechaba de las dudas de Nievas y su amigo Martinuccio se hacía un pic nic en la región custodiada por Cherro.

Menos mal que el petizo Arancibia se multiplicaba para cubrir los baches, las lagunas y los agujeros negros provocados por sus colegas defensores y volantes de contención.

Y Atlanta aguantaba, hasta que un centro cruzado lo volvió a sobrar a Cherro y Martinuccio la paró con el pecho y en forma impiadosa y malvada fusiló a Ramírez.  

Uno abajo, y la Apocalipsis recién estaba en su génesis.

Al emerger del túnel para el segundo de los períodos, mi vista no divisa la diminuta figura del salteño Arancibia y un hilo gélido recorre mi espinazo. El Burrito Ortega ocupa su lugar en centro de la resistencia bohemia.

Resistencia es una forma de decir, porque nunca vi una arco tanto dejado a la mano de Dios como el de la noche de este infausto martes. No lo defendía ni el Chapulín Colorado.

La zona defensiva de Atlanta era una zona franca sin control alguno. Un Sodoma y Gomorra abierto al libertinaje y la corruptela. ¡un auténtico Viva la Pepa!

Y no nos anotamos en el historial una goleada más espantosa, porque los jinetes mataderenses son bastante caballitos, los pobre.

Primero el Topo se volvió mariposa ante la impávida mirada de los maniquíes de azul oscuro y amarillo. Después Ramírez rechazó con los puños con la violencia que Calabró le pegaba a Borromeo y Méndez aprovechó el obsequio. Y en la última del partido Distéfano selló el marcador después que sus compañeros se cansaron de perderse goles hechos.

En el interín entraron el Torito Guzmán y Pinocho Marecos por Romeo y Cisterna sin ninguna posibilidad de cambiar el argumento de la tragedia.

Y la historia se repitió una vez más: cuando teníamos la punta al alcance de la mano, volvimos a deslizarnos por este eterno palo enjabonado que parece ser el destino cruel de nuestro querido Atlanta.

El lunes tenemos un compromiso complicado ante los colegiales de Munro.

¡Que Dios se apiade de nosotros!   

 

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