COMENTARIO REAL (acerca de Atlanta 2 vs Dep. Morón 1, disputado el 28/09/08)
POBRE GALLO BATARAZ
Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega
“Y la historia se repite otra vez, los volvemos a c…” y, mi fiel escudero, a este conocido estribillo sigue un verbo que en estas latitudes adquiere un significado que no me animo a repetir ante la posibilidad de que estas prudentes líneas puedan ser leídas por doncellas y por infantes.
Pero esta es la cruel realidad para los moronistas, el peso de la historia les cayó nuevamente sobre la cabeza, cuando todo indicaba que arrebataban del Ciudad de Vicente López el puntito que vinieron a buscar.
Y nuestra paternidad reafirmada una vez más, sin tener que recurrir al engorroso trámite del análisis de ADN.
Y esta vez por goleada, porque con Agüero hacer más de un gol es una proeza.
No bien nos apoltronamos en nuestras butacas, bajo una tenue garúa que se fue disipando, aunque no lo suficiente como para que el astro rey nos enviara sus flechas doradas, una inesperada novedad nos paralizó el corazón y anudó nuestras gargantas: el mágico González no estaría al mando de huéstes bohemieras.
Efectivamente, mientras sus compañeros preparaban músculos y tendones para la batalla que se avecinaba, el volante creativo se desparramaba sobre una platea cercana a nuestra ubicación.
Imprevistamente estábamos ante la resolución del interrogante que nos atormentaba: ¿Existe un Atlanta en la versión del Morocho del Abasto, sin el Mágico?
La respuesta comenzaría de develarse en instantes, aunque la inquietud fue en aumento cuando nos enteramos que su reemplazante no sería un avezado capitán de tormentas, sino un imberbe e inexperto grumete salido de la escuálida cantera de Villa Celina bautizado con el nombre de Gabriel Alderete.
La alineación elegida por Agüero para el combate con los candidatos occidentales marcaba la reaparición de Jesús Nievas en la siniestra de la zaga, una formación de volantes con Romeo en el centro auxiliado por Natalicchio y Cisterna. Lucas que se desprendía para darle una mano al debutante Alderete y arriba Colombano como wing derecho y Matos como referencia en la zona de definición.
Y hay que reconocer que los del Gallo tienen un buen equipo y en los primeros minutos, Ramírez veía como la pelota le cruzaba el área como en un pin ball, sin que los temibles delanteros visitantes lograran poner la puntita del pie.
Atlanta, por su parte, mostraba a un Ferreiro empeñado en convertirse en la manija del team, ante la timidez del pibe Alderete que le costaba darse cuenta de la responsabilidad que cargaba sobre sus espaldas.
Era temprano para hablar de merecimientos, cuando precisamente Alderete zafó de una toma de yudo de su marcador y habilitó a un Natalicchio que ingresó al reducto moronista con el ímpetu de un titán y definió al rincón de un Griffo que estaba abierto.
Las acciones se hicieron movidas y parejas, pero llegando a la media hora todo cambió.
Nuevamente lo tuvo al celinero Alderete como protagonista, cuando recibió el balón solo en la puerta del área, pero se apoderó de él el pánico escénico y se desprendió apresuradamente del balón entregándosela a un Eloy claramente en orsay.
Allí terminaba la cosa, pero el gilipollas del golero gallista hizo la gran Sessa y lo operó innecesariamente de los meniscos al delantero bohemio, mediante un planchazo criminal.
Conclusión: Colombano al hospital, Griffo a las duchas, Bianchi a la cancha y Morón con un hombre menos.
De ahí en más Atlanta intentó manejar el partido y el novel valor pudo mostrar algunas cosas interesantes como una dosis de atrevimientos, otra de habilidad y otra de claridad, aunque adolece de la endeblez física propia de todo jugador de las inferiores atlantes.
El segundo de los tiempos continuaba con es tónica, pero ya lo dice el refrán que la confianza mata al hombre.
Los rojo y blanco, que poca fue la audacia y decisión que mostraron, aprovecharon un error del mejor jugador de Atlanta en el presente torneo, el salteño Arancibia, que perdió el útil en un rincón del área y Vacaría facturó de cabeza, tras centro de Casado.
Morón hizo entonces un culto del conformismo y se refugió delante de su arco, obsequiándole a sus anfitriones todo el terreno del juego.
Atlanta merodeó las murallas enemigas con el toqueteo de Cisterna, del Caramelo Santos (entró en lugar de Alderete), los embates a veces alocados de Lucas y la voluntariosa movilidad del ex vélez Bianchi. Matos solo aportaba su fortaleza en el juego aéreo.
Parecía un partido de handball, donde los artilleros bohemios no lograban horadar la empalizada levantada por los jugadores adversarios.
Pudo hacerlo cuando Lucas Ferreiro sirvió magistralmente al grandote Matos, cuyo gol fue injustamente anulado por el paparulo de Barraza por inexistente posición de adelanto.
Se marchaba nomás a un triste empate, cuando a poco del final Natalicchio lo vio al Bianchi en un costado del área y el Virrey Santiago, de Liniers hizo pasar de largo a un defensa del Gallo y con un zurdazo sublime puso justicia al marcador.
Triunfo valiosísimo ante un rival que seguramente va a estar en la conversación hasta el final.
¡Así es la vida, mi fiel escudero! El destino muchas veces nos marca en forma indeleble y no hay forma de torcer ese designio.
Ved el caso del Deportivo Morón, que por más vueltas que les des, NACIERON HIJOS NUESTROS, Y, HIJOS NUESTROS MORIRÁN!
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