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la bitácora del marqués

COMENTARIO REAL (acerca de Atlanta 0 vs Talleres 1, disputado el 08/08/08)

NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ

 

Por El Marqués Milton Saráchaga de la Vega

  Con la Cruz del Sur como norte partimos este viernes olímpico a las deshoras habituales con que se confeccionan las calendas de los actuales torneos de balompié.

   Y en la tarde soleada, pero fría para armadura calada, nos llegamos al modesto estadio de los talleristas escaladores con la casi certeza de regresar a nuestros castillos con la generosa vendimia de tres puntitos después de una tarde mágica.

   Porque los de blanco y carmín venían en picada libre y el bohemio, en cambio, llegaba con aspiraciones de seguir prendido en la élite vanguardista, tras dos resultados positivos y alguna que otra pincelada de buen fútbol.

  Pero, mi fiel escudero, las canas que ocultan mi yelmo se pintaron de infinitos desenga-ños, de innúmeras desilusiones  y de incontables derrotas en entuertos que creía de fácil resolución.

   El Morocho del Abasto pudo sumar para la emergencia al pelirrapado Bianchi y entonces hizo emerger por el túnel la siguiente nómina de cracks villacrespenses: Ramírez para atajar; tres defensores que de derecha a izquierda fueron: el goleador Cherro, el petizo Arancibia y Jesús; repitió como carrileros al Torito Guzmán y a Cisterna;los cincos dobles fueron el blondo Natalicchio y Jones; de táctico, el Mágico; y el mencionado ex fortinero y el grandote Matos para la estocada final.

  A los 10 segundos ya  Cigogna probó con tibieza la concentración de Ramírez. Respondió Atlanta con otro tiro desde afuera de los quince metros.

  Todo indicaba que iba a ser un partido de ida y vuelta. Pero fue sólo de ida. Mejor dicho de venida., ya que a partir de ahí el entrevero quedó circunscrito a la porción del terruño que les tocaba en suerte defender a los atlantes.

  Y eso fue posible dado que la zona central sufrió una invasión masiva de volantes locales, ante la impotencia manifiesta de sus colegas porteños.

   Con la ambición desmedida que caracteriza a  la oligarquía terrateniente no se mostraron dispuestos a regalar palmo de terreno, que por otra parte no estaba sufriendo un asedio muy intenso que digamos.

  Marrone les decía “!Cheeee!” a los que se le animaban por su sector; el Dudy  mostraba algo de sus toques y el vejete Zagharian y -sobre todo- Cigogna hacían el resto entre los ágiles llegados desde las orillas del Maldonado.

   Con ese dominio anularon la zona de gestación, le hurtaron la pelota a Atlanta y obligaron al huésped a una pasiva resistencia.

   Suerte que respondieron bien el goleador Cherro, Arancibia y –especialmente- Jesús. Y cuando la última zaga no podía, estaba Ramírez hecho un avión para salvar los intereses bohemios.

   En la volantería, únicamente  el Torito intentaba; pero al mozalbete le faltan unos buenos platos de sopa de vitina y rara vez logra concretar lo que insinúa.

   Natalicchio debió haber aprendido a jugar al fútbol en el Maracaná ya que sus pases eran todos largos. Jones jugó muy mal y el Mágico, nada por aquí… nada por allá.

   Como inútil atenuante señalemos que la cancha de Talleres es más apta para el moto cross que para el sutil desplazamiento del caprichoso útil esférico.

   Arriba, el pelado Bianchi  evitaba a los simpatizantes bohemios cualquier tipo de añoranza por la ausencia del Boli Castillo, ya que en sus tres primeras intervenciones quedó en posición de orsay. Y Matos, por su parte,  se asimiló solito a la marca que le propusie-ron.

   La primera llegada bohemiera fue un tirito de Jones a los15´ y recién cerca de la cuatro de la tarde obtuvo su primer tiro de esquina.

   A esas alturas del paso del andar implacable de las agujas del reloj, el guardapalos Ramírez había sacado chapa de figura con un par de buenas estiradas y un óptimo dominio del espacio aéreo.

   En el segundo tiempo todo siguió igual, como en la Sicilia del Gatopardo.

   A los 12´ el Morocho del Abasto, fiel a su abolengo zubeldiano, sacó al inexistente Bianchi y ubicó algo más atrasado al romántico Romeo con la probable intención de cuidar el 0 a 0.

  Mas el tiro le salió por la culata, y dos minutos después Campuzzano  saltó con la soledad de los eremitas en el centro del área aurizaul y se la puso allá lejos y hace tiempo al vuelo estéril del número 1 visitante.

  Uno abajo y a remar contra las tempestades.

  Podrían haber seguido jugando hasta los próximos Juegos Olímpicos, y hubiese sido un milagro que la pelota traspusiera la línea blanca del arco defendido por Juan “Mirá como salgo jugando” Gambandé. Es de suponer que el arquero tallerista habrá renunciado al cobro de su estipendio, ya que ni arrugó su uniforme  ni sus axilas exudaron una gota de transpiración. Tal la exigencia del ataque bohemiero, que exhibió menos poder ofensivo que las Fuerzas Armadas de Maldivas.

  Sin que nadie se diera cuenta el niño Bilotti debutó en la primera de Atlanta al  reemplazar al desapercibido Cisterna.

  Cuando estábamos a punto de perecer por congelamiento (el sol se aburrió de tan mal partido y se retiró a dormir la siesta) el piadoso árbitro dio por concluida una lucha que tenía su resultado sellado desde hacía rato.

  Ya de vuelta a mis aposentos noté que en mi entrecejo se había marcado profundamente, la arruga  que dibuja el gesto duro de la preocupación.       

 

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