COMENTARIO REAL (acerca de Atlanta 2 vs Sarmiento de Junín 1, disputado el 14/04/08)
Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega
UNA PAYASADA
El payaso con su mueca
y su risa exagerada,
nos invita, camaradas,
a gozar del carnaval (Del tango Ríe Payaso)
Menos mal, mi fiel escudero, que el payaso Molina sacó a relucir su estirpe de inexorable verdugo, puso la patita y no desaprovechó la enésima oportunidad que le ofrecieron los hados que habitan los campos del balompié y, de esta manera, terminamos retirándonos gananciosos del no siempre propicio terreno de Vicente López.
Y debemos reconocer que hemos enhebrado la segunda victoria consecutiva, sin que ninguna de ambas pueda llenarnos de gloria y loor o de honra sin par.
Porque el agónico gol del gran capocanionieri, apenas puede disimular una velada, donde el péndulo de la fortuna estuvo oscilando amenazante, como una espada de Damocles sobre nuestras cabezas, entre la tragedia y la comedia.
El triunfo, valioso al fin, como lo son todos, terminó cobrándose (como viene ocurriendo habitualmente) su oneroso precio de expulsados, suspendidos y lesionados, que obligan a rebuscar en los recónditos subterráneos de la cantera de Celina o debajo del banco de suplentes, valores aún imberbes que puedan completar la plantilla de buena fe de cada fecha.
San Salvador no pudo contar, en este partido rodeado de circunstancias circenses, con el santafesino Llinás, por primera vez desde su incorporación y ocupó su lugar el estirado Fernández.
La patrulla defensora estuvo integrada por Fuente, el chiqui Pérez, el vocinglero Bogni y debutó el hiperkinético Fortuna, con unos botines de color guinda, más parecidos a los escarpines que usan los bufones que recorren las cortes con sus ocurrencias, que al viril calzado propio de un rudo player de fútbol.
Para el medio ubicó al león De Muner, flanqueado a su diestra por Yanzi y a siniestra por Lucas. Intermediando con los delanteros Molina y Ojeda, quedó como siempre, el Moncho Fernández.
Como si fuese un repetido ritual, comenzó mejor el equipo de Villa Crespo merced a esos primeros quince minutos de talento (no muchos más) que suele regalar Fernández, acompañado por momentos por Lucas y los movimientos pivoteantes del grandote Ojeda.
A esos sumados los algunos valiosos rushes por su sector de Fuente y una buena labor de vigilancia de De Muner por la esfera del medio.
Esa mejoría, no tardó en cristalizarse en el marcador, cuando el estrenado Fortuna habilitó por su banda a Ojeda y este dejó solito al Moncho para que eludiera al longevo Burela y pusiera en ventaja a los atlantes.
Los pitufos verdes (deben tener un promedio de altitud de unos 5 pies) son un equipo sin demasiadas ambiciones y llegaron al estadio calamar tras una clamorosa goleada en la misma laguna de Gómez.
Dependen casi exclusivamente de lo que haga el experimentado y también diminuto Zuleta del ecuador para adelante, y en el fondo son un flan con poca leche.
Pero el dominio bohemio fue perdiendo, con el tic tac del reloj, su enjundia inicial y terminó diluido en un toqueteo chirle e impreciso.
En realidad el partido fue tornándose una obra maestra del terror, en medio de una noche fría donde solo faltaban aparecer Narciso Ibáñez Menta, Bela Lugosi y Alicia Kirchner.
Un tiro libre desde la estación Florida para los del Fortín Federación, agarró al arquero de Atlanta bailando al ritmo de Xuxa: dio “un pasito p’adelante” y cuando dio “un pasito para atrás” la fue a buscar al fondo del arco.
1 a 1 y todo se complicaba innecesariamente. Para mal de males, ya no estaba De Muner, -de aceptable faena- que se había roto la mano tratando de agarrar las pantalonetas de un forward sarmientino.
Así y todo, los porteños continuaron siendo levemente superiores, más que nada por las abundantes carencias ajenas, que por la escasas virtudes propias.
Si el primero de los tiempos fue malo, el segundo fue espantoso
Las pocas y timoratas incursiones juninianas fueron la excusa ideal para el lucimiento del Chiqui Pérez –por años luz el mejor jugador de la cancha- y el horcón desde donde arrancaban los aluvionales ataques bohemios.
De tanto en tanto, Molina se erraba un gol para alterar la rutina y Ferreiro concretó lo que todo el mundo tenía ganas: irse a casa temprano faltando poco para el fin. Se hizo echar y a la duchita caliente para envidia de compañeros, rivales, árbitros y público en general.
Pero cuando todo parecía que terminaba en otro empate -que no sumaba ni restaba nada-, un postrero córner desde la derecha de su televisión, señora, encontró una cabeza bohemia en el centro de la ciudadela visitante y el clown Molina, cayéndose la mandó a guardar y decretó un victoria que no va dejar demasiado en el memoria y balance de la rica historia de Atlanta.
Tres puntos que sirven, pero que quedaron eclipsados por la opaca performance del equipo y por el nuevo tendal de bajas para afrontar la futura excursión a Caseros.
¡Le ganamos al Padre del aula, ahora vayamos por los estudiantes!
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