COMENTARIO REAL (acerca de Social Español 0 vs. Atlanta 1, disputado el 14/03/08)
Por el Marqués Milton Saráchaga de la Vega
CLINK… CAJA!
“Yo soy Ramón, la victoria final.” Aníbal Sampayo
No dejo de sorprenderme - cada vez que asisto a él- del magnífico estadio que los godos construyeron en los bajíos de la tierras de los Flores, cerca de donde el arroyo Cildáñez desaparece devorado por la avidez insaciable del humus pampeano.
Estadio que siempre fue desproporcionado para la convocatoria que históricamente han tenido los hispanos del “Depor” y que hoy, como un torero ante la alternativa, presenta todas sus luces y esplendores, tras haberlo recuperado en una lucha que nos hermanó.
Un poco vacío, eso sí. Porque “gaitas” en este país hay de sobra, pero a la cancha van muy poquitos.
En este marco donde el cemento abundaba pero faltaba calor humano, el club de la ribera norte del Maldonado debía enfrentar a los Socialistas Españoles, que venían de vencer el fin de semana pasado, no solo al facho de Rajoy, sino también a Cambaceres y de perder en día hábil con los canarios de Jáuregui.
Para la ocasión, San Salvador no podía contar con el Chiqui Pérez punido por coleccionar tarjetas amarillas, ni con Verino por hacer lo propio, pero con las de color sangre. Así que la última línea bohemiera la integraron Hachita Brava Fuente, el rudo Riveros, el ex Ferro Cherro y el retornado Bilbao.
Los tres del eje central fueron el León De Muner, el araucano Scatolaro y Lucas.
Para la gestión, el Mencho Fernández y a la conquista del arco rival, un disminuido Molina y un voluntarioso Ojeda.
A poco de comenzada la lid se percibía que los locales tienen jugadores para inquietar al más pintado y que de la raya ecuatorial para arriba manejan bien la pelota y saben generar espacios. Sobre todo cuando la redonda pasa por los pies de Bruno Calabria o es recuperada por el otro ex Almirante, Sebastián Ojeda.
Eso sí, con la zaga celtíbera, reíte de los Veros, Lotos y Minervinos
Claro que mucho no se notaba, ya que los de azul oscurísimo y amarillo apenas se arrimaban al reducto defendido por el calvo Coldeira.
Atlanta era un equipo partido por el medio, donde sólo el León De Muner tomaba -de vez en cuando- contacto con el balón, y donde Scatolaro resultaba un desconocido con respecto al jugadorazo que sorprendió en año próximo pasado, y donde Lucas se empecinaba en enredarse con el esférico entre sus pies.
Por su parte, el Moncho sigue demostrando que es la única esperanza creativa de los villacrespenses, pero aparece muy esporádicamente. Al menos en la soleada tarde de esta temporada de cuaresmas.
El grandote Ojeda luchaba, buscaba y obligaba con todas las limitaciones técnicas con que fue dotado por la naturaleza y el clown Molina hacía lo que podía entre los resabios de su lumbalgia y la pegajosa marca personal que le adosó el recordado Pachorra Smaldone.
Y si Atlanta no se retiró perdidoso en esa primera etapa fue por la buena actuación de Don Rodrigo en la custodia de nuestros intereses y de los centrales, fundamentalmente del Rudo Riveros que, de seguir así, en poco tiempo va a pedir la titularidad con notario público y abogados.
Ellos tres se encargaron de dar conjuro a las incursiones celtíberas que aprovechaban las zonas desérticas dejadas por los ágiles atlantes en las regiones céntricas y en los andariveles donde fracasaban las proyecciones de Fuente y la lentitud de Bilbao
En el período epilogal, la cosa siguió bastante parecida, aunque la furia roja fue tornándose más rosadita.
Y Atlanta empezó a progresar un poco más en el terreno de las acciones.
Fuente, que por momentos recuerda Johan Cruyff por su continua rotación, irrumpió en posición de centroforward y estrelló una pelota en el ebúrneo poste que al golero ex Chaca, le cayó entre sus manos como regalo caído del cielo (hablando de Chaca, mi fiel escudero, ¡Saludos desde la Patagonia!)
A los 540 segundos de juego, Molina captura un macanón de la defensa gallega, tira el centro al área y el Moncho Fernández, que entró solito como el Cid recorriendo la planicie toledana, factura 1 a 0 y ¡Andá llorarle a la Virgen de la Macarena, gallego!
Los locales continuaron asediando los arrabales de Don Rodrigo pero sin hesitar demasiado. Y, cuando lograban llegar, aparecía el joven manos de tenazas para neutralizar todo peligro.
San Salvador hizo ingresar al estereofónico Bogni por Bilbao y lo corrió a Cherro sobre la siniestra franja. Más avanzada la tarde, cambió a Yanzi por Molina y -cerca del final- entró el Boli Castillo por Ramón Fernández.
Pudo el Bohemio asegurar el marcador cuando en un contraataque, Castillito quedó mano a mano con el arquero hispano parlante (insólitamente habilitado) y con todo para definir se la entregó gentilmente en sus manos.
Sin mucho más que merezca ser parte de esta historia arribamos al final de una valiosa victoria atlantera. Se ganó jugando mal, como el lunes. Quizás sea ese el camino, porque cuando jugamos bien nos empatan o ganan.
Cambiando de tema, mi fiel escudero, siempre pensé que te gustaban los niños. ¿Desde cuándo tienes ese rechazo por las “actividades infantiles”?
¡ Jo, jo , jo,! Ahora vamos a prepararnos para el próximo fin de semana que tenemos un partido fácil. ¡Y a esos son los que más miedo les tengo!
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