Un Cuento Brevísimo
INTERRUPTUS
Lo hacía mejor de lo que había supuesto.
Sin duda sabía cómo manejar su cuerpo.
Y si bien sus pechos incipientes, sus hombros y espaldas permanecían casi estáticos, de la cintura para abajo concentraba toda la maestría de sus movimientos.
Su pubis se mecía acompasado, lenta pero enérgicamente, sostenido por sus muslos firmes, de una suavidad realzada por el brillo del sudor y que controlaba con destreza lo que ocurría entre sus piernas.
Sin duda gozaba, tal como lo delataba su boca entreabierta en risa silenciosa, su cabeza echada hacia atrás descubriendo una garganta blanca, tersa, perfecta…
Y sus manos que, por momentos liberadas, recogían sus cabellos rubios, para soltarlos nuevamente, después de enrollarlos detrás de la nuca.
Él también estaba disfrutando, aunque ella parecía haberse olvidado de su presencia, absolutamente abstraída en su felicidad ilimitada, ajena, volátil…
Una amazonas en frenética cabalgata.
La observaba, desde abajo con los ojos entrecerrados, ascender cada vez más, alejarse como un sueño, abrumado de amor y de ternura, mientras ella llegaba al punto más alto, cuando un movimiento brusco y un grito casi inaudible lo sacaron del agradable sopor en el que se encontraba sumergido.
La rueda delantera de la bicicleta se había atravesado y su hija caído, deslizándose suave, por el terraplén verde de la plaza.
Corrió a socorrerla.
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